Se cortó la luz y por fin es realmente de noche. A veces nos olvidamos de la noche, el velador siempre al alcance de la mano.
La luz se cortó acá, acá y en la guerra. Es un lío de cables y de canillas goteando la casita esta, el nido que nos abriga.
Ella duerme y vos desde la cocina desgranás y molés la canción de la semana y ya casi está lista la harina o el café mientras escribo. Me gustan tus canciones y a veces me dan pudor de tanto que me desnudan, será que me soplan la nuca con un secreto escalofrío, será que son como sudestadas llevándose reposeras y sombrillas, tiemblo de frío al rayo del sol.
Se acerca el verano y puede que de vez en cuando en las fotos de los interminables catálogos de las inmobiliarias se prenda una luz en una ventana. Sin muros que separen las casas esto no es una gran casa pero sí un gran hotel, un hotel que ocupa una ciudad entera.
¿Cuánto se puede mirar esa ventana iluminada esperando que alguien pase por ahí, la pared como una tela pintada con fondo de puerta abierta? Que pase alguien. Alguien peinándose, o comiendo una galletita, o secándose el pelo con una toalla como esa mujer en la ventana del hotel, sorprendida en ropa interior en la vidriera.
Soy extranjera como los pinos, perenne y quieta y detenida. Ella crece como los árboles, los ojos y los brazos hacia el cielo. Yo también como los pinos podría parecer de acá, parte del paisaje de acá de toda la vida. Pero no, en playas menos breves me guardaba el vientre de mi madre, en playas más protegidas de las capitales nadaba mi hija rodeada de mí.
Volaba suspendida de sur a norte, de este a oeste, el viento norte era una caricia tibia en el verano en que mi hija nadaba toda rodeada de mí.
Hay que lindo que sería
hay que lindo que sería
andar como el caracol
llevar mi casita encima
llevar mi casita encima
sacar los cuernos al sol.
Sería lindo sí, los ojos bien lejos de la cara. Salir a pasear con el rocío, comerme con discretos mordiscos la radicheta y el jazmín, comiendo poquito para no herir, para no matar, verde menú que de la rama se me entrega para que coma, para que viva en él colgada.
Lo peor de la casa del caracol es que no se puede compartir.
Lo mejor de esta casa es esta mesa chiquitita que se mueve para mirar todos los puntos cardinales.
Lo mejor de todas las casas es que están ustedes.
Qué lindas tus canciones. Me dan como un chucho de frío aunque sean caricia tibia de viento norte.
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